Un lugar no puede estar “medio limpio”, el uso de la expresión implica que la persona que hace el trabajo no está a gusto haciendo su trabajo y, por lo tanto, es un trabajador mediocre. La mediocridad nace de la falta de interés y la falta de interés nace de ignorar que cada trabajo tiene su importancia capital en el funcionamiento de un todo. Un maestro llega a ser un maestro después de haber puesto mucha atención en lo que practica durante mucho tiempo. Un maestro puede ser una persona que trabaja en física teórica como una persona que barre calles y cualquiera de los dos puede ser un mediocre si no hace su trabajo con la atención necesaria.
Cuando veo esos lugares “medio limpios”, medio limpiados por algún mediocre, me pregunto si no es preferible la suciedad a la “medio limpieza” porque en la suciedad, al menos, uno puede ver honestamente la porquería. Lo otro, lo otro es una redistribución de la suciedad. Una forma de disfrazar el trabajo no hecho con una máscara. Enmascarar la pereza y la inconsciencia y la mediocridad de la persona que estaba encargada del trabajo y que se piensa súper inteligente por lograr engañar a su prójimo para que piense que él no es el simplón que es.
En tiempos en que vemos a simplones así gobernar países (incluso los más poderosos países) puede venirnos a la mente que “así es la vida” y que el “pilas”, el “vivo” es ese que sabe esconder su mediocridad y su falta de principios para engañar a todos los que lo rodean.
En el Krug pensamos de manera diferente. La impecabilidad es nuestra consigna. Puede que sea imposible llegar a los estándares que aspiramos pero nuestro trabajo diario está dirigido hacia ese horizonte. Las utopías están para marcar el rumbo, decía Fernando Birri, no se va a conseguir llegar a ese horizonte soñado porque mientras más avanzamos más se aleja pero nos muestra la dirección y siguiendo esa dirección, al final del día, nos sentimos satisfechos, orgullosos y contentos de ser quienes somos y de hacer lo que hacemos.
Recibimos las críticas, por supuesto, nos ayudan a mejorar, pero queremos que sepan que nuestra responsabilidad es dar lo mejor de nosotros pase lo que pase en nuestros mundos particulares y sabiendo que en el camino cometeremos errores y nos tropezaremos y así mismo nos levantaremos.
En el Krug ha habido épocas que causan risa en la actualidad como cuando estábamos en Santa Marianita y no había dios que pudiera mantener las mesas sin polvo durante más de media hora! Y algo parecido pasaba en el local actual durante los tantos meses que se pasaron arreglando la Vía a Barbasquillo llenando de tierra el viento que se encargaba de depositarla por todo lado! Muchas veces las apariencias pueden dar una idea equivocada pero sabemos que tenemos la confianza de todos los krugers, porque son como nosotros.